Nació en Messina, Italia, el 5 de julio de 1851. Tercero de cuatro hijos, Aníbal perdió a su
papá a los quince meses. Con apenas diecisiete años, delante de Jesús Sacramentado,
recibió una gracia especial que podemos definir como la “Inteligencia del Rogate”

Finalizados sus estudios, fue ordenado sacerdote el 16 de marzo de 1878. Algunos meses
antes se encontró “providencialmente” con un mendigo casi ciego, llamado Francisco Zancone, que le brindó la oportunidad de entrar en contacto con la triste realidad social y
moral de la periferia de Messina.

El día 1 de junio de 1927, confortado por la presencia de María Santísima, a quien tanto
amó durante toda su vida terrena, murió santamente, mientras el pueblo repetía: “¡Se cerró
la boca que jamás dice no! Vamos a ver al santo que duerme”. Aníbal fue canonizado el día
16 de mayo de 2004 por el Papa Juan Pablo II.

INICIO DE LA MISIÓN
Para realizar en la Iglesia y en el mundo sus ideales apostólicos, San Aníbal inició dos familias religiosas:
la Congregación de las Hijas del Divino Celo, en 1887,
y diez años después, la Congregación de los
Rogacionistas del Corazón de Jesús. Buscaba que
los miembros de ambos institutos, aprobados
canónicamente el día 6 de agosto de 1926, viviesen
el compromiso del Rogate. Instituyó, también, dos asociaciones: la “Sagrada Alianza”, con el objetivo de concientizar al clero de rezar por las vocaciones; y la “Pequeña Unión de la Rogación Evangélica”, para que
todos los fieles también rezasen por el mismo ideal.
Hoy esas dos instituciones, en América Latina, forman
una única asociación: la “Unión de Oración por las Vocaciones”.
EL APÓSTOL DEL ROGATE
Santo Aníbal es considerado el Apóstol del Rogate y/o “Apóstol de la oración por las vocaciones”. Es importante conocer la teología que está por detrás de la oración por las vocaciones. El punto de partida es la recomendación del propio Jesús, cuando constató que las necesidades en el mundo eran tantas en proporción al número reducido de colaboradores: “La mies es grande, pero los trabajadores son pocos”. Utilizando el pensamiento de San Aníbal debemos vivir y actualizar el Rogate, que engloba “rezar por las vocaciones”, pero también, la acción por los más pobres y excluidos, el testimonio de vida y el ardor por este mandamiento de Jesús. “La oración es, por naturaleza, dinámica. Si no mueve, no es oración” (L. DI CARLUCCIO, Aníbal Di Francia; precursor y maestro de la pastoral vocacional moderna. San Pablo, EAR, 2001, p. 27). El testimonio de vida de San Aníbal contribuyó para que la Iglesia instituyera, en 1964, la “Jornada Mundial de oración por las Vocaciones”
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